Taos News

Diario de un Vaquero

A El Papa Pío Nono hace unas decisiones difíciles

Por LARRY TORRES Para Taos News

“¿Recordáis, amigo mío?” le preguntó Santiago Duvalier, cuando estaban sentados cerca de la lumbrecita. “Unos años pasados hubo una niña desconocida en Lurdes, Francia que causó un gran barullo en el mundo, proclamando que había visto a una dama hermosa en un basurero llamado Masabiel.”

“Habeis de estar hablando de la doncella, Bernardita Subirú,” el segundo Francés asentó. “Todos en ese pueblo se burlaban de ella, sus padres inclusos. Solamente su Tía Bernarda, de quien recibió su nombre, la creía.”

“¿Cuál mensaje le dio la dama a la jovencita Berardita?” el Señor Juan Lucas le preguntó a Duvalier. “Mi madrecita me lo contó una vez, pero ya lo he olvidado.”

“Pues, la dama se le apareció a Bernardita dieciocho veces, y también le pidió que escarbase en la gruta de Masabiel y allí, hallaría un ojito de agua fresca. La joven Bernardita solamente tenía catorce años entonces y obedeció a la dama sin más ni más,” Santiago Duvalier le replicó. “La dama hermosa le pidió que los habitantes allí hicieran penitencia y que rezaran por la paz.”

“¿Por qué pidió la dama agua fresca?” el Señor Juan Lucas le preguntó, meneando la cena de patatas con cebolla.

“No era tanto que precisaba el agua,” le respondió Santiago Duvalier, “pero el agua de la gruta contenía propiedades sanadoras por las cuales muchos de los invalides sanarían y entonces comenzó una gran peregrinación hacía Lurdes y venían de toda Francia. Muchos campesinos piadosos vinieron, buscando ser sanados de sus enfermedades.”

“Es una linda historia,” el Señor Juan Lucas le respondió. “¿Había algún otro mensaje para Bernardita Subirú?”

“Hubo una cosa más,” Santiago Duvalier le respondió. “La dama le dijo a Bernardita: ‘No te puedo prometer felicidad en este mundo, mas solo en el otro. Soy la Inmaculada Concepción.’”

El Señor Juan Lucas pausó de menear las patatas fritas y lo miró intentamente, tratando de comprender la respuesta de Santiago Duvalier. “Me pregunto: ¿Qué quería decía con eso?”

“Por siglos la Iglesia Católica había estado debatiendo si la Virgen María había nacido sin culpa de Pecado Original como la demás de la humanidad. Ahora, según las palabras de la visión, se borró toda duda, y se convirtió en un dogma de la Iglesia.”

Pudo descansar el espíritu del Papa Pío Nono, quien no había podido decidir es ese asunto eclesiástico. También le molestaba la idea de que el Papa no podía hacer ningún equívoco es asuntos de la Iglesia y también ¿por qué el primer obispo del territorio de Nuevo México le había presentado una cuestión?: “Quienes eran el grupo de señores conocidos como ‘Los Hermanos de la Sangre y de la Luz’ que practicaban ritos de flagelación religioso con disciplina a escondidas?” El obispo sentía que podían en peligro la seguridad de la Iglesia establecida. “Casi estaba seguro de que tales prácticas sin duda eran medievales. Tuvo que proclamar una decisión rápida y le nombró a tal bula, ‘el Silabo de Errores,’ de que cualquier culto o devoción que no había sido aprobado por el Colegio Sagrado de Cardinales, no se conocía como legítimo. Incluía a los Hermanos who were known as The Brothers of Blood and Light, who practiced rites of religious self-flagellation in private? The bishop felt that they threatened the security of the established church. He believed that such practices were positively medieval. He also had to make a quick ruling and named the encyclical ‘the Syllabus of Errors,’ by which any cult or devotion had not been approved by the Sacred College of Cardinals was not recognized as legitimate. That included the Brothers of Blood and Light.”

The two French cowboys were silent. Jean-Luc realized that the French bishop — his Excellency, Jean Baptiste Lami, who had approached Pope Pius

IX — was the very same seminarian that he had already met on board the ship that brought him to America.

de la Sangre y de la Luz.”

Los dos jinetes Franceses se quedaron silenciosos. El Señor Juan Lucas se dio cuenta de que el Obispo Francés, su Señoría, Don Juan Lamí, que le dio su queja al Papa Pío Nono, era el mismo seminarista que había conocido en la barca que lo trajo a la América.

Esas sociedades secretas quitaban el valor al Oeste Lejano como lo había imaginado por mucho tiempo.

Ni se imaginaban en lo mínimo que la época de los vaqueros se estaba acabando.

These tales of secret societies detracted from the glamour of the Wild West that Jean-Luc had long imagined. Little did they know that the time of the great cattle drives was coming to an end.

EL CREPÚSCULO

en-us

2023-01-26T08:00:00.0000000Z

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